jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Cuántas veces nos pusimos a pensar en los sueños? Algunos creen, otros no. Cuando estamos tristes, sentimos dolor, tenemos dudas, hasta cuando estamos con las personas que queremos tenemos sueños. Muchos creen que son como una estrella, es muy difícil llegar a ellos. Para otros, está a la vuelta de la esquina. Dicen que cuanto más los deseas, más te acercás a ellos. Hay veces que casi ni tenemos que esforzarnos para cumplirlos. Pero esas veces no los soñamos con el corazón, porque cuando lo deseas desde lo más profundo de tu ser significa que tenemos que luchar para llegar a ellos. Por eso, yo siento que nunca tenemos que bajar los brazos. Aunque los veamos muy cerca, hay que seguir caminando y cada vez esforzarnos más y más. Muchas veces, por temor no vamos en el camino correcto. Pero tenemos que animarnos, salir de la jaula y volar para alcanzarlos. Los sueños no llegan solos, si luchamos, vivimos y le sonreímos a la vida poco a poco van a venir a nosotros. Nunca te olvides que los sueños se hacen realidad.

martes, 16 de noviembre de 2010

Y de a poco me fuiste enamorando. Tus miradas, tus palabras. Aquellos saludos, aquellas charlas. Ese día en el que los dos eramos completos extraños y desconocidos. Los consejos, los chistes. Las promesas, las caras. Esa tarde de sol, aquella de lluvia en que las gotas caían sobre nosotros. Todo hizo que cada día te quiera un poco más. Hasta aquel día que casi derramo una lágrima. Aunque comenzó en invierno, vos hacés que en mi mundo sea primavera constantemente. Si supieras todo lo que siento por ti... pero es un secreto que, aunque quisiera gritarlo, tendré que guardar.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aunque me duela, tendré que negarte y olvidarte.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Esos minutos me parecieron eternos. Sobre la pared se encontraba y yo hablando con el. Esperándote estaba. Gritos, charlas, ruidos. Tus amigos aparecían, vos no. Mientras hablaba, te buscaba. Él seguía sobre la pared justo cuando saliste y te quedaste a unos metros de nosotros. Tu mirada fue desafiante y dulce a la vez. Yo hablaba y te miraba. Vale aclarar que las burlas no faltaron. Nuestras risas hacían que nos miraras cada vez más. Yo sabía que te irías, pero todavía estabas ahí parado con tus amigos. En dos segundos una multitud impedía nuestras miradas, pero siempre al final se encontraban. Nosotros seguíamos hablando y ellas no salían. Cuando te quiero encontrar de nuevo habías desaparecido. Ni rastros de vos. Al otro lado estaba ella. Sus ojos se encontraron posados en mí y encadenaba furia. Yo estaba confundida. ¿Qué fue lo que hice para aquella mirada? No lo sabía ni lo sé. ¿Por qué será que es siempre la misma rutina?