sábado, 6 de agosto de 2011

Llegó el día. Ese en que por fin te iba a volver a ver. Me desperté tan ansiosa que cuando me miré al espejo del baño sonreí y pensé: "Por fin, después de más de dos semanas te veo." El frío de ese día me congelaba los huesos al cambiarme. Al salir a la calle, el viento me enfrió mis orejas al aire ya que tenía hecha una trenza cocida con todo mi pelo. Cuando estaba en el auto, en la esquina de mi colegio te busqué a ver si te veía. No había rastros tuyos, pero no me preocupé porque supuse que ya estarías dentro del colegio. Llegué y traté de no buscarte para no ser tan obvia y quedar desesperada por verte. Saludé a mis compañeros del curso que hacía días que no veía y me preguntaron por mis vacaciones. Una vez que terminé de saludarlos fui directamente a donde estaban mis amigos, casualidad que era cerca de donde vos siempre estás. Fuimos al bufet del colegio y te vi entrar, pasaste por al lado mío pero no te registré. Vos tampoco me registraste a mí. Formamos y no te vi. Llegó el recreo, te busqué pero sólo encontré a tus amigos. Ni rastros tuyos por ningún lado. Tocó el timbre y fuimos a formar. Te busqué de nuevo y tampoco te vi. Después de 3 minutos estabas de espaldas yéndote a tu curso. Te reconocí por tu forma de caminar y tu forma de ponerte la campera. Después de una hora, yo estaba subiendo la escalera y bajaste justo al lado mio, estabas silbando, traté de no mirarte para hacerme la que no le importaba. Aunque debo admitir que me importabas y mucho. Cuando llegué al segundo piso, miré por la ventana y estabas de nuevo. Bailando, charlando y jodiendo con tus amigos en el patio. Te miraba y sonreía sin pensar. Ya a la tarde, estaba saliendo del colegio con la esperanza de verte. No estabas, sólo estaban tus amigos. Quise esperar, sólo para ver si aparecías, pero ya habían pasado cinco minutos y no estabas por ningún lado. Fue por eso que decidí irme, avergonzada conmigo misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario